La olla a presión en la cocina actual

Desde que empezó a comercializarse a mediados del siglo pasado, la olla a presión se ha convertido en una pieza fundamental de la cocina en los hogares y los restaurantes. Su funcionamiento permite calentar el agua más allá de los 100º C habituales sin que el líquido llegue a entrar nunca en ebullición, lo que cocina los alimentos de una forma mucho más veloz que la que puede conseguirse con una olla normal y sin pérdida de agua por evaporación.

Como sus características la hacen perfecta para preparar sopas y platos de cuchara clásicos, la imagen de la olla a presión suele asociarse a la cocina más tradicional y no suele ocupar un puesto elevado en la lista de deseos de los cocineros innovadores. Sin embargo las ollas a presión son instrumentos versátiles que pueden ser utilizados en todo tipo de cocinas, incluso en las más actuales.

Si bien una olla a presión no permite controlar los puntos de cocción de los alimentos con tanta exactitud como una olla normal, y por lo tanto queda descartada para cocciones que requieran un punto específico, como unas verduras crujientes, sí que resulta ideal para tareas que no requieran tanta precisión. Por ejemplo, las ollas a presión pueden acelerar mucho la preparación de caldos de carne y de verduras y de fumets, que sirven como base para un gran número de platos, especialmente de arroz y pasta; y de este modo, se convierten en una pieza de menaje perfecta para preparar el fundamento de muchos platos. Por supuesto, también puede utilizarse la olla a presión para probar variaciones sobre recetas tradicionales, como sopas y toda clase de alimento que requiera una cocción larga.

Dentro del hogar, la olla a presión puede utilizarse sin su tapa para sustituir a las ollas normales, de modo que una sola pieza puede cumplir la función de otra y así ahorrar tanto dinero como espacio en la cocina.